Turismo

Mis amigos están de viaje y puedo reunirme con ellos en Costa Rica para añonuevo. Sólo tendría que comprar un billete y disponer de los días de vacaciones que he guardado para este plan. Sara me manda esta foto y no sé me ocurre mejor argumento a favor: la chica que descansa sobre la palmera es ella. Está en México y me cuenta que toma el sol, surfea y conecta mota. Mmmmmmm

Por otra parte, no sé si gastarme el dinero que no me sobra en cruzarme el océano para 3 semanas. No es que me importe realmente el dinero: tengo suficiente para el billete y me da igual gastarlo. Con el dinero me ocurre un poco como con el tiempo. Las convenciones que sirven para medirlo (euros, minutos y segundos) no me son útiles. Aunque sepa cuánto tengo no sé calcular cuánto me durará ni qué se puede hacer con él. Sólo que es escaso. Por eso no abro las cartas del banco ni llevo reloj. No es dejadez, es que simplemente no me sirven para nada.

No me importa el dinero, pero me estresa ir deprisa, encajar los días y comprar un billete caro por coincidir las fechas con las vacaciones de todos los oficinistas con manguitos del mundo que, como yo, pretenden ahogar el ahogo de la rutina en aguas caribeñas.

En realidad, desprecio la esquizofrenia ocio-neg-ocio propia de la ética protestante del trabajo. Desprecio la lógica del estrés vacacional y postvacacional y a todos los horteras empeñados en irse lo más lejos posible a pasar el puente de la Inmaculada (Concepción, I suppose?).

Si no te gusta tu lugar, ¡ EskaPa !... pero no hagas turismo.