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Introducing Maya: 3D for beginners

El diario de Sig

Llevo muchas horas leyendo el diario de Sig. Me gusta. Me provoca. Siento ganas de escribir de verdad. De vomitar palabras como lo hace Sig. De escribir utlizando los dos puntos: como lo hace Sig. Toda la mierda de la que habla Sig es de verdad, esto es una novela generacional, aquí está, me identifico. Por entregas, en internet y en forma de diario. Sólo me daría miedo parecerme más a la Virgen María -intocable, contenida, hueca- que al bruto de Sig.

Y pienso en recomendarle el diario al Chico. El Chico Guapo del Que Nunca Hablo. El Chico tiene mi edad, la misma edad de Sig. Al Chico le gusta Bukowski y escribe sobre un gran congelador. Por eso, creo que podría gustarle Sig y su gran centro comercial. Pero luego pienso que no merece la pena, mi mensaje no le llegaría. El Chico permanece distante, no puedo tocar su corazón. Cuando hablamos, nos decimos cosas que parecen mentiras. Cuando nos acostamos juntos, luego no queda nada.

Y entonces, como si hiciera falta un sustituto, pienso en recomendárselo al Amante Que Aparece y Desaparece. Pero él no tendrá tiempo de leerlo. Siempre va y viene, está muy ocupado, tiene muchos amigos. Ni siquiera creo que le gustara, un poco chabacano para él. Tampoco creo que lea por entregas y en pantalla. Aunque en realidad ni siquiera le conozco. A veces llama, me hace reir, me trata bien, me hace el amor y luego desaparece.

Escucho un disco maravilloso: In the aeroplane over the sea , de una anti-banda de Georgia que se llama Neutral Milk Hotel.

Y busco piso. Porque las desgracias que se ven venir hay que evitarlas. Y vivir con una pareja de cocainómanos conspiranoicos embarcados en una relación violenta y patológica es tentar a la suerte. Pero me está costando encontrar casa nueva. Soy indecisa, no tengo mucho dinero, quiero vivir sola y en el centro. Necesito un espacio seguro y tranquilo para mi, con un poco de luz natural. Un espacio como éste donde poner mis cositas pequeñas: la música, los altavoces, la mesa hermosa de cristal, el sillón de mimbre, el sofá rojo, las lamparas pequeñitas, la maravillosa alfombra de Sara, el ordenador, internet... Cajas y estanterías y libros. Un atril, una tetera y poco más. Lo que necesito es bien sencillo, pero parece difícil conseguirlo. Veo pisos pequeños o feos o caros y no me decido. Me siento ineficiente y temerosa. Trabajo, veo pisos, salgo, trabajo, veo más pisos. Mientras tanto, cuando cuelgo la ropa en mi cocina helada escucho cómo estos dos se insultan y rompen cosas en su cuarto. Ella llora y a veces viene a buscarme para hablar, dice que es una pena que todo haya salido tan mal. Que soy un cielo y que lo siente. Yo la echo porque está colocada de alcohol y coca, el rimel corrido sobre su cara. Él está como loco, rabioso, machista, prepotente, distinto a como le conocí. Tengo que salir de aquí.

En fín, que necesito ánimo y con este lío no sé dónde buscarlo. Quizá lo empaqueté lo primero de todo, siempre me pasa en las mudanzas, que pongo en un sitio inaccesible aquello que más falta me hace.

2 comentarios

C. -

Ánimo

MJ -

Me gusta tu blog, espero que te animes a escribir más a menudo y encuentres piso pronto. Saludos.